COLOMBIA: WFP prioriza el apoyo a comunidades indígenas y étnicas
WFP prioriza el apoyo a comunidades indígenas y étnicas
El Programa Mundial de Alimentos en Colombia centra sus esfuerzos en empoderar a las comunidades indígenas y étnicas a través del rescate de productos locales con valor ancestral, el fortalecimiento de su resiliencia y medios de vida, la presencia activa en el terreno con personal WFP perteneciente a esas comunidades, la generación de espacios de liderazgo para las mujeres y las víctimas de la violencia, la inclusión y el respeto por la diversidad, y la protección del entorno y sus recursos. Un ejemplo de este compromiso de integración y diálogo cultural es la vinculación de líderes territoriales que desde su rol de trabajadores humanitarios también reafirman sus identidades indígenas y trabajan por sus comunidades, comúnmente marginadas y con altos niveles de inseguridad alimentaria.
Además, WFP Colombia ha desarrollado estrategias de proximidad cultural para afianzar la confianza en el personal humanitario y construir lazos de empatía y solidaridad. La adaptación al contexto y costumbres de las comunidades se refleja, por ejemplo, en el enfoque diferencial para los kits de alimentos, las dietas y las capacitaciones.
El orgullo de ser Zenú
Claudia Pineda es indígena Zenú y líder de WFP en la oficina de Montería, departamento de Córdoba, en la región caribe colombiana, territorio ancestral de su etnia. En sus 20 años de trabajo con la organización ha trasmitido el valor de su cultura y la importancia de la asistencia humanitaria y los programas de desarrollo sostenible para preservarla.
Pertenezco a la etnia indígena Zenú, población que se caracterizó por utilizar refinadas técnicas agrícolas y orfebres. Con las presiones de la colonización perdimos la lengua materna y parte del territorio ancestral. Nuestros muertos fueron desenterrados para saquear sus pertenencias y las poblaciones condenadas al destierro. En zonas menos productivas reafirmamos el planteamiento de ser los primeros ingenieros agrícolas de Colombia, aprendimos la convivencia con las inundaciones en la región de La Mojana, y donde no había tierra perfeccionamos las técnicas para realizar artesanías. Nuestro más preciado símbolo es el sombrero vueltiao, el cual producimos con los materiales que nos ofrece la Madre Tierra, comparte Claudia.
El Programa Mundial de Alimentos prioriza a las comunidades étnicas por la vulnerabilidad asociada al bajo acceso a programas estatales. Además, reconoce y fortalece el rol de las mujeres indígenas como actores fundamentales en la preservación de los saberes. Las indígenas tradicionalmente excluidas de espacios de toma de decisión, encuentran en WFP una organización que valora sus aportes a la seguridad alimentaria, la conservación de la ancestralidad, la protección del territorio y la construcción de paz. Gracias a WFP he afianzado mi admiración y respeto por las comunidades étnicas y puedo agradecer a la Madre Tierra y a mis ancestros la oportunidad de trabajar en la recuperación de los saberes culturales y facilitar el relevo generacional para que no se pierda el legado de nuestros viejos, concluye.
Integrando prácticas y saberes
Una de las iniciativas innovadoras de WFP Colombia que evidencia el compromiso con las comunidades étnicas es la adopción de la “manta” para las colegas que pertenecen al pueblo indígena Wayúu, también llamado Guajiro porque está presente en la península de La Guajira, sobre el mar caribe. La “manta” es un vestuario propio de esta comunidad que en su mayoría habita esa península en el extremo norte de Colombia.
Sara Silva y Graciela Barros son indígenas Wayúu y han sido monitoras de campo del Programa Mundial de Alimentos durante cuatro años. Cuando empezaron a ejercer su rol sentían que no gozaban de la plena confianza de las comunidades de su etnia para recibir las capacitaciones sobre nutrición, igualdad de género y desarrollo. Conscientes de que preservar la cercanía cultural es clave para combatir la inseguridad alimentaria que afecta al 40 % de la población Wayúu, la Oficina de Terreno de WFP en Riohacha, capital de La Guajira, tuvo una idea disruptiva.
La creación de la manta
Cuando visitaban sus comunidades, Sara y Graciela usaban la vestimenta oficial que identifica a los trabajadores humanitarios de WFP: chaleco y gorra azul con el logo de la organización. Sin embargo, las comunidades se extrañaban porque la vestimenta tradicional de las mujeres Wayúu es la manta, un vestido largo y amplio de colores vivos.
Sabían que nosotras éramos Wayúu por nuestras caras, pero no tenían la confianza de hablarnos porque parecíamos alijunas (personas que no pertenecen al grupo indígena) y habíamos dejado a un lado la vestimenta propia de nuestra cultura, señala Sara.
Sara y Graciela identificaron la necesidad de fusionar sus dos identidades: su cultura Wayúu y su faceta de trabajadoras humanitarias. La idea de hacer una manta con el color y el logo del Programa Mundial de Alimentos nace del llamado a mostrar nuestra identidad, a conectar con nuestras raíces para que la comunidad Wayúu nos reconozca como pares y confíe en nosotras. La manta significa una conexión espiritual según el color. Por ejemplo, las tonalidades rojas normalmente se utilizan en el baile típico conocido como la Yonna para festejar un evento o disipar malas energías, menciona Graciela.
Cambios en wayuunaiki
Tan pronto empezamos a utilizar las mantas hubo un cambio gigante. Al ponernos la manta WFP, el diálogo empezó a ser más fluido y las personas que se acercaban se sentían identificadas, veían a alguien como ellas dentro del Programa Mundial de Alimentos, alguien con quien hablar wayuunaiki (lengua de la etnia) y aclarar sus dudas. En La Guajira, el logo de WFP es muy conocido, cada comunidad lo reconoce y al vernos con nuestras mantas sienten que los entendemos en sus tradiciones y que podemos trabajar conjuntamente para mejorar la seguridad alimentaria y los medios de vida de la comunidad Wayúu, explica Sara.
Sobre el trabajo de WFP
WFP ha estado presente en la región caribe colombiana desde hace más de 20 años apoyando al gobierno en sus esfuerzos por mitigar la inseguridad alimentaria y nutricional. En Córdoba, territorio ancestral de la etnia Zenú, WFP hace presencia desde el año 2001. En el departamento de La Guajira ha apoyado a la población Wayúu desde el 2007. En este proceso, WFP ha fortalecido a las comunidades para afianzar sus medios de vida y su resiliencia, promover el derecho a la alimentación y proteger los saberes y sabores ancestrales de los pueblos indígenas.