La mujer afrocolombiana que lucha por los derechos de las trabajadoras del hogar
En el marco de Únete, que este año bajo el lema ‘Invertir para prevenir’ busca generar conciencia sobre el flagelo de la violencia contra las mujeres y niñas.
Claribed Palacios vio truncados sus estudios a los 14 años cuando tuvo que empezar a trabajar en Nuquí, su pueblo natal en el pacífico colombiano. A los 16 se trasladó a Medellín con la promesa de estudiar, salir adelante y cumplir sus sueños, pero la engañaron. “Cuando ya tuve conocimiento me di cuenta de que lo que hicieron conmigo se conoce como trata de personas con fines de servilismo y esclavitud”, narra al otro lado de la línea.
En sus más de 20 años como trabajadora del hogar vivió en carne propia todas las injusticias a las que se enfrentan las mujeres que ejercen este oficio en Colombia: trabajó sin un contrato formal, sin prestaciones sociales, tuvo salarios insignificantes, trabajó por más de 12 horas seguidas sin un espacio para descansar o comer, fue maltratada por sus empleadores y además sufrió discriminación por ser una mujer afrodescendiente.
En Colombia, según el Departamento Nacional de Estadística DANE, cerca de 650 mil personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 94% son mujeres. Las labores de cuidado son fundamentales, pero históricamente su importancia ha sido poco reconocida por toda la sociedad y quienes las ejercen reciben una remuneración económica muy precaria.
Colombia ha intentado revertir la desigualdad que sufren las trabajadoras domésticas a través de la ratificación de las normas internacionales del trabajo como el convenio C-189 de la Organización Internacional de Trabajo, que contempla que los gobiernos garanticen a quienes ejercen esta labor los principios y derechos fundamentales del trabajo como la libertad de asociación, la libertad sindical, el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, la abolición efectiva del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación.
En Colombia la OIT además hace parte del comité de impulso a la mesa tripartita de seguimiento al convenio C-189 en el que busca priorizar las 5 R del trabajo de cuidado decente: reconocer, redistribuir, reducir, recompensar y representar. Igualmente, la OIT apoya el sector del trabajo doméstico con la promoción de la formalización, fortalecimiento de capacidades a las trabajadoras, incidencia política y comunicación.
A pesar de que el gobierno colombiano ha acogido lo dispuesto por la OIT, la situación de quienes ejercen el trabajo doméstico remunerado sigue siendo muy preocupante. De acuerdo con mediciones del DANE, 6 de cada 10 mujeres dedicadas al trabajo doméstico ganan un salario mínimo o menos, y tan solo el 17% tienen acceso a la seguridad social.
Claribed conoce bien este panorama, no solo por su experiencia de vida sino porque desde la pandemia trabaja a tiempo completo por la protección de las trabajadoras del hogar, pues es la presidenta de la Unión Afrocolombiana de Trabajadoras del Servicios Domésticos (UTRASD) y de la Intersindical de Trabajo doméstico, un ente que agrupa a seis organizaciones de trabajadoras domésticas. Según ella, la desigualdad y la violencia contra las mujeres en las labores de cuidado es permanente. “Los casos más comunes que escucho son de acoso laboral, acoso sexual y violencia económica”, cuenta.
Por esto la Intersindical de Trabajo Doméstico también ha insistido en la ratificación del convenio C-190 de la OIT que protege a los trabajadores contra la violencia y el acoso en el ámbito laboral. El pasado 28 de noviembre, ellas y todo el país recibieron una gran noticia: el gobierno colombiano, los empleadores y trabajadores acordaron iniciar el proceso de ratificación de este convenio.
“Desde el Ministerio del Trabajo hemos identificado que unas de las mujeres que más necesitan la protección de sus derechos son las trabajadoras domésticas, pues en el sector hay una cifra alta de informalidad y de desconocimiento de sus derechos, especialmente en lo que tiene que ver con el acceso a la seguridad social. Por eso nos hemos aliado con la OIT para implementar un plan de acción que hemos construido concertadamente con las trabajadoras domésticas que demandan que haya un seguimiento más riguroso y periódico al cumplimiento del convenio 189”, dice Magda Alberto, asesora de Equidad, Igualdad y Derechos de las Mujeres del Ministerio del Trabajo.
A pesar de las dificultades nada detiene a Claribed. Ella ante todo es una sobreviviente que sabe que el trabajo decente es fundamental para que las trabajadoras domésticas en Colombia puedan tener una vida libre de violencias. La OIT apoya su esfuerzo y está convencida de que el desarrollo de estas iniciativas es la mejor inversión para construir entornos laborales inclusivos y seguros. “No hay excusa para poner fin a la violencia y el acoso en el mundo del trabajo” afirmó Italo Cardona, director de la OIT para los Países Andinos.
Por Laura Cruz, periodista de la OIT
Crédito fotos: OIT/ Laly Malagón