El principal informe económico de la ONU advierte de que se avecina un prolongado período de bajo crecimiento que socavará el progreso hacia el desarrollo sostenible
04 enero 2024
El debilitamiento del comercio mundial, los costes elevados de endeudamiento, la elevada deuda pública, el persistente bajo nivel de inversiones y las crecientes tensiones geopolíticas ponen en peligro el crecimiento mundial.
Nueva York, 4 de enero – Se prevé que el crecimiento mundial disminuya del 2,7 %, en 2023, al 2,4 % en 2024, situándose por debajo de la tasa de crecimiento del 3 % anterior a la pandemia, según el Informe de Situación y Perspectivas de la Economía Mundial (WESP) 2024 de Naciones Unidas, presentado hoy. Esta previsión se produce después de conocerse que los resultados económicos mundiales superarán las expectativas de 2023. Sin embargo, el crecimiento del PIB del año pasado, mayor de lo esperado, ocultó los riesgos a corto plazo y las vulnerabilidades estructurales.
El principal informe económico de la ONU presenta un sombrío panorama económico a corto plazo. Los persistentes elevados tipos de interés, la escalada de los conflictos, un comercio internacional deprimido y el aumento de los desastres climáticos plantean importantes retos al crecimiento mundial.
Las perspectivas ante un período prolongado de ajuste de las condiciones crediticias y de un aumento de los costes de endeudamiento suponen fuertes vientos en contra para una economía lastrada por la deuda y que, a su vez, necesita de más inversiones para reanimar el crecimiento, luchar contra el cambio climático y acelerar el avance hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
«2024 debe ser el año en el que salgamos del atolladero. Mediante el desbloqueo de inversiones grandes y audaces impulsamos el desarrollo sostenible y la acción climática y situamos a la economía mundial en una senda de mayor crecimiento para todos», declaró António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas. «Debemos basarnos en los progresos realizados en el pasado para lograr un estímulo de los ODS de al menos 500 000 millones de dólares anuales en financiación asequible a largo plazo para inversiones en desarrollo sostenible y acción climática.
Crecimiento moderado de las economías desarrolladas y en desarrollo
Se prevé que el crecimiento de las principales economías desarrolladas, especialmente la de Estados Unidos, se desacelere en 2024 debido a los elevados tipos de interés, a la disminución del consumo privado y al debilitamiento de los mercados de trabajo. Las perspectivas de crecimiento a corto plazo de muchos países en desarrollo -especialmente en Asia Oriental, Asia Occidental, América Latina y el Caribe- también se están deteriorando debido al ajuste de las condiciones de financiación, a la reducción del espacio fiscal y al debilitamiento de la demanda exterior. Las economías de rentas bajas y vulnerables se enfrentan a crecientes presiones sobre la balanza de pagos y a un mayor riesgo para la sostenibilidad de la deuda. Las perspectivas económicas de los pequeños estados insulares en desarrollo, en particular, se verán limitadas por la elevada carga de la deuda, los altos tipos de interés y las crecientes vulnerabilidades relacionadas con el clima que amenazan con socavar y, en algunos casos incluso revertir, los avances realizados con respecto a los ODS.
La inflación tiende a la baja, pero la recuperación de los mercados laborales sigue siendo desigual
Se prevé que la inflación mundial continúe disminuyendo, del 5,7 %, estimado para 2023, al 3,9 % en 2024. Sin embargo, las presiones sobre los precios siguen siendo elevadas en muchos países y cualquier nueva escalada de los conflictos geopolíticos entraña el peligro de un nuevo aumento de la inflación.
El informe destaca que, en aproximadamente una cuarta parte de los países en desarrollo, está previsto que la inflación anual supere el 10 % en 2024. Desde enero de 2021, en las economías en desarrollo los precios al consumo han aumentado un 21,1 % acumulado, lo que ha reducido de forma significativa los avances económicos que se habían producido tras la recuperación del COVID-19. En medio de los desajustes de la oferta, de los conflictos y de los fenómenos meteorológicos extremos, la inflación de los precios locales de los alimentos se mantuvo elevada en muchas economías en desarrollo, lo que afectó de forma desproporcionada a los hogares más pobres.
«La persistencia de una inflación elevada ha hecho retroceder aún más los progresos realizados en la erradicación de la pobreza, con impactos especialmente graves en los países menos desarrollados», declaró Li Junhua, secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales. «Resulta del todo imprescindible reforzar la cooperación mundial y el sistema multilateral de comercio, reformar la financiación al desarrollo, responder a los retos que plantea la deuda y aumentar la financiación destinada al clima, con el fin de que los países vulnerables aceleren el camino hacia una senda de crecimiento sostenible e integrador».
Según el informe, los mercados de trabajo mundiales han experimentado una recuperación desigual tras la crisis provocada por la pandemia. En las economías desarrolladas, los mercados de trabajo se han mantenido resilientes, a pesar de la desaceleración del crecimiento. Sin embargo, en muchos países en desarrollo, sobre todo de Asia Occidental y África, los
principales indicadores de empleo, como el de la tasa de desempleo, aún no han recuperado los niveles anteriores a la pandemia. La brecha mundial entre hombres y mujeres en el empleo sigue siendo elevada y las diferencias salariales no solo persisten, sino que incluso han aumentado en algunas profesiones.
Se requiere una mayor cooperación internacional para estimular el crecimiento y promover la transición ecológica
Los gobiernos tendrán que evitar consolidaciones fiscales contraproducentes y ampliar el esfuerzo fiscal para estimular el crecimiento, en un momento en el que las condiciones presupuestarias mundiales seguirán siendo restrictivas. Los bancos centrales de todo el mundo continúan enfrentándose a difíciles disyuntivas a la hora de encontrar un equilibrio entre los objetivos de la inflación, el crecimiento y la estabilidad financiera. Los bancos centrales de los países en desarrollo, en particular, tendrán que desplegar una amplia gama de instrumentos de política macroeconómica y macroprudencial para minimizar los efectos indirectos adversos del ajuste presupuestario de las economías desarrolladas.
Además, el informe subraya que se necesitan de manera urgente iniciativas de cooperación mundial sólidas y eficaces para evitar las crisis de deuda y proporcionar una financiación adecuada a los países en desarrollo. Los países de rentas bajas y medias, con situaciones fiscales vulnerables, precisan de una reducción y de una reestructuración de la deuda para evitar un ciclo prolongado de inversión deficitaria, un crecimiento lento y unas elevadas cargas del mantenimiento de la deuda.
Además, la financiación mundial de la lucha contra el cambio climático debe aumentar de forma masiva. A fin de reforzar la acción por el clima en todo el mundo, es fundamental reducir y, en su caso, eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles, cumplir los compromisos internacionales de financiación, como la concesión de 100 000 millones de dólares, para apoyar a los países en desarrollo y promover la transferencia de tecnología. También subraya el papel cada vez más importante de las políticas industriales para impulsar la innovación y la productividad, crear resiliencia y acelerar una transición ecológica.
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El informe completo está disponible en la página web: https://desapublications.un.org/
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Contactos para los medios de comunicación:
Sharon Birch, Departamento de Comunicación Global de la ONU, birchs@un.org
Leah Kennedy, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, kennedy1@un.org