Durante el Holocausto, los nazis hicieron todo lo posible por deshumanizar a sus víctimas. Desafiar a los nazis requirió un coraje extraordinario.
En 2024, las Naciones Unidas rinden homenaje a la valentía de todos aquellos que se enfrentaron a los nazis, a pesar de los graves riesgos. Honraremos su legado con sus extraordinarios relatos y su historia. En memoria de todas las víctimas y sobrevivientes, redoblaremos nuestros esfuerzos para luchar contra la negación del Holocausto, el antisemitismo y el racismo.
La resistencia a la deshumanización nazi adoptó muchas formas. La historia de Friedl Dicker-Brandeis lo ilustra claramente.
Dorit Weiserová fue una de los 15.000 niños judíos encarcelados en el campo-gueto de Terezín por los nazis. Los nazis también encarcelaron en Terezín a ancianos, veteranos de guerra, destacados artistas judíos, escritores, compositores, músicos y académicos. Dorit recibió clases de la artista y educadora judía Friedl Dicker-Brandeis, formada en la Bauhaus, que llevó consigo materiales artísticos cuando fue deportada a Terezín.
Dicker-Brandeis, junto con otros reclusos adultos, resistió valientemente el intento nazi de deshumanizar a los niños. A través de clases clandestinas, se recordaba a los niños su capacidad de crear e imaginar. En un mundo cada vez más oscuro y peligroso, los niños recibieron esperanza.
Trágicamente, la mayoría de los niños no sobrevivieron al Holocausto. Dorit fue deportada al campo de concentración y exterminio nazi alemán de Auschwitz Birkenau y asesinada. Dicker-Brandeis tampoco sobrevivió. En un último acto de rebeldía antes de ser deportada, Dicker-Brandeis escondió gran parte del arte que habían creado los niños. Como resultado, miles de dibujos y pinturas sobrevivieron a la guerra. Siguen siendo vívidos testimonios de valentía y resistencia contra la deshumanización.