Colombia: territorios entre fracturas y oportunidades

Resumen ejecutivo del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2024
Nuevos modelos de desarrollo por construir
“La verdadera riqueza de un país está en su gente” (UNDP, 1990). La gran riqueza de Colombia está en la diversidad de sus gentes, culturas y de sus extraordinarios ecosistemas biodiversos, con sus dos mares Atlántico y Pacífico, el Chocó biográfico, sus ríos, afluentes y humedales, sus corredores biológicos como el corredor del jaguar, la Amazonía, entre muchos otros contrastes, que hacen de este país inspiración literaria.
Los logros y avances económicos, sociales, políticos y ambientales del país a lo largo del siglo XXI, coexisten con grandes desigualdades que se heredan y que frenan la posibilidad de que poblaciones y bastos territorios resulten incluidos en los beneficios del desarrollo humano, limitando su posibilidad de vivir una vida digna, plena y en libertad.
«La exclusión te hace ignorar detalles del desarrollo: entre más excluido estás, más pequeño es tu mundo». Quien lo dijo fue la escritora chocoana Velia Vidal, una de las cien mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo, de acuerdo con la BBC, y voz de uno de los territorios más biodiversos y a la vez con mayores desafíos de Colombia.
El Informe Nacional de Desarrollo Humano 2024 (INDH) que se publica coincidiendo con los 50 años del PNUD en Colombia, se centra en las personas y sus territorios partiendo de la premisa de que la agenda pendiente en Colombia son los Territorios. Inspirado en el Informe Global de 2019 también este va más allá del ingreso, de los promedios y del presente; busca entender cuáles son las complejas dinámicas territoriales que inhiben desarrollar el potencial de las personas y sus entornos.
Hablamos de una fractura territorial que afecta la ampliación y uso de las capacidades de las personas en los territorios y se configura y reconfigura según el tejido socioeconómico, la incidencia del conflicto, la integridad ecosistémica y capacidad institucional.
Las capacidades y oportunidades que una persona puede tener en Antioquia -uno de los 15 departamentos con desarrollo humano alto- son muy distintas a las que encuentra alguien en La Guajira -uno de los 17 departamentos con desarrollo humano medio- y sustancialmente diferentes a las que pueda hallar, por ejemplo, en Vaupés -uno de los dos departamentos con desarrollo humano bajo-. Con un agravante: durante la última década, las dinámicas entre estos territorios se han distanciado aun más.
No se trata de que Guainía siga la misma senda de desarrollo que Bogotá; la aspiración es a que todos los territorios, con sus diferencias orográficas, ambientales, culturales y productivas, tengan la capacidad de brindarle a sus habitantes las oportunidades de determinar por sí mismos lo que significa vivir una buena vida y, efectivamente, poder perseguirla y alcanzarla, independientemente del lugar en el que Prólogo nazcan o vivan, de su condición social, de su identidad de género y étnico-racial, o de sus creencias religiosas o políticas.
Este nuevo informe más allá de las reveladoras cifras, mediciones y tendencias que expone, es una invitación a forjar nuevas trayectorias de desarrollo humano en armonía con la naturaleza. El desarrollo humano no es algo que pueda ser llevado a las regiones; este debe construirse con las personas y desde los territorios como sujetos vivos, involucrando de manera activa a las instituciones locales, actores privados, políticos, ciudadanos y comunitarios.
Colombia está frente a una crucial encrucijada: continuar con un modelo de desarrollo que excluye amplios territorios y agota los ecosistemas y su biodiversidad; o, quizás, es la oportunidad de repensar con los y las colombianas, las trayectorias alternativas de desarrollo que necesita el país para abordar los desafíos que plantea el desarrollo humano sostenible hoy y mañana. Hoy, contrario a generaciones anteriores, sabemos que los dividendos de la paz superan por mucho los costos de la guerra, que el mundo globalizado ocasiona que una crisis en Ucrania tenga impacto en el Chocó, que el cambio climático no es un distópico futuro sino una alarmante realidad reflejada en sequías, inundaciones, olas de calor, menor productividad agrícola e incluso problemas en la calidad y el acceso al agua. Y que estas catástrofes se repiten con mayor intensidad y frecuencia y afectan desproporcionadamente a quienes menos han contribuido a incitarlas. Teniendo toda esta información ¿por qué debería el país seguir apostándole a viejos modelos de desarrollo que privilegiaron el crecimiento económico y la industrialización a costa de la sostenibilidad ambiental, la equidad o el buen vivir, -legado de comunidades étnicas- en lugar de hacerlo de forma equilibrada?
Es momento de que Colombia acoja decididamente la idea de un desarrollo humano convergente, uno en el que los sistemas y contextos políticos, económicos y sociales, lejos de ser autónomos y excluyentes, guarden estrecha interdependencia entre sí y con la biodiversidad y los ecosistemas territoriales e incluso globales.
¿Por qué esperar a que la exclusión haga «nuestro mundo más pequeño»? Es la oportunidad de anticiparse, de que Colombia se vuelva, nuevamente, ejemplo global.
Prólogo de Sara Ferrer Olivella, Representante Residente del PNUD en Colombia, del Resumen Ejecutivo del Informe Nacional de Desarrollo Humano - Colombia: territorios entre fracturas y oportunidades.
Consulte el Informe completo aquí: https://indh2024.pnud.org.co/