Su consumo acaba con la salud y el bienestar de las personas, y las sobredosis se cobran cientos de miles de vidas todos los años.
Las sustancias sintéticas son cada vez más letales y adictivas, y el mercado de las drogas ilícitas bate récords de producción, lo que está haciendo que se disparen la delincuencia y la violencia en comunidades de todo el mundo.
Los más vulnerables, entre ellos los jóvenes, son los que siempre se llevan la peor parte de esta crisis. Quienes consumen drogas y quienes padecen trastornos por el abuso de sustancias son víctimas por partida triple: de las propias drogas, de la estigmatización y la discriminación, y de las respuestas poco acertadas e inhumanas que se dan al problema.
Como nos recuerda el lema de este año, para romper el ciclo de sufrimiento se debe ir al origen, antes de que la situación empeore, invirtiendo en la prevención.
Con los programas de prevención que tienen una base empírica se puede proteger tanto a las personas como a las comunidades y, al mismo tiempo, hacer retroceder a las economías ilícitas que se benefician de la miseria humana.
Cuando fui Primer Ministro de Portugal, demostramos el valor de la prevención en la lucha contra esta lacra. Ya sea a través de estrategias de rehabilitación y reintegración, de campañas de educación en salud pública o del aumento de la inversión, también en los ámbitos del tratamiento y la reducción del daño, se trata de una medida que da buenos resultados.
En este importante día, comprometámonos de nuevo a seguir luchando para acabar, de una vez por todas, con la plaga del uso indebido y el tráfico de drogas.