Quiero expresar mis más sentidas condolencias a los católicos y a todas las personas en el mundo que se han sentido inspiradas por la extraordinaria vida y el ejemplo de Su Santidad el Papa Francisco.
El Papa Francisco fue un mensajero de esperanza, humildad y humanidad.
Fue una voz trascendental para la paz, la dignidad humana y la justicia social.
Deja tras de sí un legado de fe, servicio y compasión por todos, especialmente por aquellos que se encuentran marginados o atrapados por los horrores de los conflictos.
El Papa Francisco fue un hombre de fe para todos los credos, trabajó con personas de todas las creencias y orígenes para iluminar el camino hacia el futuro.
A lo largo de los años, en las Naciones Unidas nos sentimos profundamente inspirados por su compromiso con los objetivos e ideales de nuestra organización, un mensaje que tuve el honor de transmitirle en mis encuentros con él como Secretario General.
El Papa Francisco también comprendió que proteger nuestro hogar común es, en el fondo, una misión profundamente moral y una responsabilidad que recae sobre cada persona.
Muchos de nosotros encontramos un gran significado en su último mensaje de Pascua, pronunciado apenas ayer.
Hizo un llamado a no ceder ante lo que él denominó la “lógica del miedo”.
En su lugar, instó al mundo a invertir en lo que llamó las “armas de la paz”: ayudar a los más vulnerables, combatir el hambre y promover el desarrollo.
Nuestro mundo, dividido y en discordia, será un lugar mucho mejor si seguimos su ejemplo de unidad y entendimiento mutuo en nuestras propias acciones.
Gracias.
*Esta es una traducción no oficial. El texto original en inglés se encuentra aquí.